¡La vida es una extraña mezcla de azar, destino y carácter...debemos vivir, no basta con existir!

viernes, 11 de febrero de 2011

Capitulo 2 (Primera parte)


Bueno, sigo con la historia .Este capitulo es más largo que el primero que ha servido a modo de mera introducción. Lo mismo que dije antes. Criticas constructivas siempre serán bienvenidas.
saludines!


Torturas y sueños


Me desperté completamente desorientado después de recibir un cubazo de agua fría en el rostro. Estaba colgando como un animal. Tenía el labio partido, la nariz extremadamente inflamada y toda la boca me sabía a sangre. Lo primero que pude sentir fue un olor a suciedad y a humedad como si estuviese en el mismísimo vertedero. A mi alrededor sólo había una oscuridad impregnante y unas antorchas que lejos de iluminar la estancia, se dedicaban a proyectar sombras en las paredes creando un ambiente de lo más macabro.
Delante de mí había tres personas, una iba finamente vestida por lo que deduje era alguien importante, la otra vestía cuero y cota de malla y su espada sobresalía a través de un lateral de su capa. Ambos hablaban y me señalaban mientras el tercero, un mero peón, sostenía un látigo de aspecto brutal en las manos.
El dolor ocupaba gran parte de mis pensamientos aunque no podía dejar de pensar en lo triste que había resultado mi historia como caballero. Después de deambular algunos días sin rumbo fijo y sin nada que hacer, la primera mujer que decidí ayudar no era otra cosa que una enorme desagradecida que me impulsó a las garras de aquella pesadilla.
Cuando se percataron de que estaba por fin despierto, el hombre corpulento de negro se acercó a mi y me preguntó de forma inquisitiva si tenía algo que ver con el secuestro de la hija del gobernador Grey. Con un gesto de cabeza negué con rotundidad. La boca me sabía a mil demonios y sólo el hecho de hablar me rasgaba la garganta. Necesitaba beber agua y puestos a pedir necesitaba respuestas.
El hombre de negro no pareció conforme con mis palabras y me propinó unos cuantos puñetazos en la cara con fuerza. La sangre volvió a correr por mis labios resecos y agaché la cabeza agotado. Entré en un estado de semi consciencia que me permitió evadirme de aquella tortura a la que me estaba viendo sometido sin motivo aparente. Recuerdo pocas cosas de aquellos minutos tortuosos. Apenas aquella mirada desquiciada que me miraba con ansia mientras castigaba mis ya desfigurados rasgos faciales. Tenía ganas de suplicar, de pedir explicaciones, pero lo único que hice fue resignarme y esperar a que mi cuerpo, extenuado, se rindiera. Los latigazos fueron una de las peores partes de aquel interrogatorio que lejos de ser justo, se había convertido en una brutalidad sin sentido. Recuerdo notar como los músculos de mi espalda se abrían azotados por aquel arma despiadada. La habitación parecía más lúgubre que nunca y el cubo de agua que me lanzaron para tratar de despejarme no hizo sino nublarme la poca visión que me quedaba. Al borde de la desesperación y sufriendo de forma desorbitada la vi. Entró en la sala como un vendaval y todos se volvieron hacía ella. La habitación parecía tener mucha más luz que antes. Con unas sandalias ligeras y un bonito vestido blanco allí estaba la imagen más hermosa que todavía hoy recuerdo. Sus cabellos castaños y rizados hondeaban debido al ímpetu de su entrada y su mano me señalaba mientras sus labios entonaban lo que parecía un discurso avergonzado. La estancia me pareció hasta más luminosa o quizá fue la luz que precede a la oscuridad puesto que segundos después mis fuerzas flaquearon y con el reflejo de aquel ángel de blanco todavía en la retina, me sumí en un sueño intranquilo del que tardé varios días en salir.
Tuve unas pesadillas horribles. Seguro que no soy el primero ni el último que las ha tenido. Mi padre siempre me decía que el hombre es el ser más miedoso del mundo y que las pesadillas muchas veces eran parecidas de una persona a otra. Gracias a dios sólo recuerdo abrir los ojos asustado en varias ocasiones y sentir un colchón bajo mi espalda. Generalmente mis momentos de conciencia duraban poco, y las magulladuras y las heridas pronto me sepultaban en el mundo de los sueños. Es un alivio que el cerebro nos ahorre el recordar absolutamente todo lo que soñamos. Es de mucha ayuda poder olvidar verdaderas situaciones límite y asumir que nada de lo que soñamos es real.
Recuerdo en alguno de mis sueños tener una sed insaciable y por más que a lo largo de las peripecias de aquella aventurilla absurda bebía cantidades ingentes de agua, esta sensación inaguantable de sed no desaparecía.
Por fin una mañana cuando la luz del sol me obligó a abrir los ojos me descubrí en una cama bastante lujosa. Era una habitación bastante amplía y luminosa, las cortinas granates estaban recogidas y dejaban entrar una luz cálida y reconfortante. Con esfuerzo logré recostarme ligeramente y pude beber agua de una pequeña jarra que había a mi lado. Fue una sensación muy irritante. Mi cuerpo me demandaba ese agua fresca a toda costa y mis labios costrosos y doloridos me instigaban a cesar tal actividad. Con esfuerzo bebí hasta que el escozor se hizo demasiado molesto y me quedé inmóvil pensando en las múltiples preguntas que tenía. Tras una larga hora de profunda soledad y inquietud una cortesana entró en la habitación. Me saludó con una sonrisa y pareció alegrarse de mi recuperación. Me cambió las vendas de la espalda e imágenes de mi tortura volvieron a mi mente como un rayo provocándome un escalofrió. Le pregunté acerca de donde estaba, a lo que educadamente ella respondió que ahora era el huésped del gobernador Grey y que en cuanto me recuperara podría obtener respuestas ya que ella era una simple cortesana y no podía contestarme a nada. No quise ponerla en ningún tipo de compromiso estúpido  y haciendo caso a la debilidad de mi cuerpo decidí recuperarme antes de enfrentarme a cualquier tipo de novedad más. Descubrí mis ropas colgadas en una silla cerca de mi cama y de pronto me acordé de mi buen caballo. Le pregunté alarmado y su sonrisa me tranquilizó bastante. La buena mujer me dijo que su señor había mandado buscarlo y lo había cobijado en sus cuadras, junto al resto de caballos de la corte. Me tranquilizó saber que todo parecía en orden hasta que la curiosidad pudo conmigo. A modo de favor y aprovechando el buen talante de mi cuidadora me atreví a pedirle un espejo. Quería conocer mi aspecto y la gravedad de mis heridas, aunque en función del dolor que sentía y el dolor que había sentido, deduje que la cosa no estaba para tonterías. Desgraciadamente la habitación no contaba con uno y me prometió intentar traerme uno más tarde.
Cuando la buena mujer ya había cumplido sus tareas y estaba a punto de irse le pregunté cuantos días había pasado en cama. Su gesto pasó de la sonrisa a la pena en cuestión de segundos y me dijo que llevaba diez días completamente inconsciente. Me contó que los latigazos se habían infectado y que las heridas se habían juntado con una intensa fiebre. También me contó que había tenido muchas pesadillas y que al principio pensaron que moriría de la propia debilidad. Asentí muy despacio y le di las gracias por todo con una de mis sonrisas más amables. Ella satisfecha asintió y se despidió con una sonrisa y un gesto de cabeza informándome de su posterior regreso.
Cuando la puerta se cerró la soledad volvió al cuarto junto con el silencio y la sensación de debilidad. No tenía nada que hacer y me dolía todo el cuerpo así que bebí un poco más de agua fresca y me tumbé dispuesto a dormirme. El mundo de los sueños iba a ser mi puerta de escape, así que cerré los ojos y me transporté como tantas veces anteriormente había hecho a aquel maravilloso mundo donde todo era posible. A aquella historia maravillosa que me habían contado y en la que para mi disfrute personal, ahora me tenía a mí como protagonista.

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